viernes, noviembre 16, 2012

‘Españoles por el Mundo’


Asistimos atónitos –hace ya algunos años- al nacimiento de un nuevo género televisivo; un formato en el que un equipo de reporteros visitaba a ciudadanos de aquí que se habían instalado allí. Grandes realizaciones cuidadas y familias cuyos ingresos nunca bajaban de los 6 o 7 mil euros al mes. Quién no se ha planteado abandonarlo todo para migrar a los Fiordos nórdicos, Chicago o Londres. Los programas (van desde Españoles por el mundo hasta Valencians pel Món pasando por Callejeros Viajeros) ilustraban precisamente la cara amable y triunfadora de personas que dejaron sus tristes vidas en España hace algunos años para triunfar en Tailandia o Brasil. Aquí eran casposos profesores o músicos sin recursos, y ahora allá, directores de Orquestas filarmónicas e ingenieros con mansiones con vistas al mar. ¡Qué peligro tiene la tele!
He leído que en Noruega se ha llegado a concentrar un importante número de españoles ahora desahuciados, que lo dejaron todo en la madre patria para instalarse en Escandinavia  con la idea preconcebida de comprar una casa, trabajar de ingeniero y dar a sus hijos la mejor Formación y Educación posible. En el artículo al que hago mención se especifica que el 90 por ciento de esas personas que han perdido todo y que volverán a España con lo puesto, decidió cambiar de aires inducidos por estos programas. Unos programas en los que sus productores sólo escogían perfiles de triunfadores millonarios y guapos. Pero nunca sacaban al camarero que recoge los vasos de los borrachuzos del barrio de la zona 3 de Londres, ni al pobre periodista que se gana la vida haciendo de guía turístico por Munich, o el que malvive haciendo camas en un hotel chungo de París.
La realidad es otra, y los duros son de cinco pesetas siempre. Y es mentira que en Londres hay trabajos para aburrir, y es mentira que en Finlandia necesitan 10.000 ingenieros. La realidad es otra. Y hay que mantener siempre la calma y no ser impulsivos. Cabeza fría y corazón templado… equilibrio. Nada de excesos ni de euforia. Que se lo digan a los miles de ecuatorianos que ahora deben dejar sus casas  compradas en España hace diez años con créditos regalados por los bancos españoles y que ahora no pueden devolver. Equilibrio, siempre equilibrio.

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