Asistimos atónitos –hace ya algunos años- al nacimiento de
un nuevo género televisivo; un formato en el que un equipo de reporteros
visitaba a ciudadanos de aquí que se habían instalado allí. Grandes
realizaciones cuidadas y familias cuyos ingresos nunca bajaban de los 6 o 7 mil
euros al mes. Quién no se ha planteado abandonarlo todo para migrar a los
Fiordos nórdicos, Chicago o Londres. Los programas (van desde Españoles por el
mundo hasta Valencians pel Món pasando por Callejeros Viajeros) ilustraban
precisamente la cara amable y triunfadora de personas que dejaron sus tristes
vidas en España hace algunos años para triunfar en Tailandia o Brasil. Aquí
eran casposos profesores o músicos sin recursos, y ahora allá, directores de
Orquestas filarmónicas e ingenieros con mansiones con vistas al mar. ¡Qué
peligro tiene la tele!
He leído que en Noruega se ha llegado a concentrar un
importante número de españoles ahora desahuciados, que lo dejaron todo en la
madre patria para instalarse en Escandinavia
con la idea preconcebida de comprar una casa, trabajar de ingeniero y
dar a sus hijos la mejor Formación y Educación posible. En el artículo al que
hago mención se especifica que el 90 por ciento de esas personas que han
perdido todo y que volverán a España con lo puesto, decidió cambiar de aires
inducidos por estos programas. Unos programas en los que sus productores sólo
escogían perfiles de triunfadores millonarios y guapos. Pero nunca sacaban al
camarero que recoge los vasos de los borrachuzos del barrio de la zona 3 de
Londres, ni al pobre periodista que se gana la vida haciendo de guía turístico
por Munich, o el que malvive haciendo camas en un hotel chungo de París.
La realidad es otra, y los duros son de cinco pesetas
siempre. Y es mentira que en Londres hay trabajos para aburrir, y es mentira
que en Finlandia necesitan 10.000 ingenieros. La realidad es otra. Y hay que
mantener siempre la calma y no ser impulsivos. Cabeza fría y corazón templado…
equilibrio. Nada de excesos ni de euforia. Que se lo digan a los miles de
ecuatorianos que ahora deben dejar sus casas compradas en España hace diez años con
créditos regalados por los bancos españoles y que ahora no pueden devolver.
Equilibrio, siempre equilibrio.
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